martes, 24 de agosto de 2010

Ricitox



Semifinales del Mundial de fútbol. España vs Alemania.

Estábamos esperando que empezase el partido cuando aparecieron 2 chicas en el bar. Una, bastante mona. La otra, ...

No sé lo que me pasó. Y mira que las chicas con rizos, no sé por qué, nunca me han atraído demasiado. Pero aquella chica era diferente.
Tenía todo lo que debe tener una mujer (con el peligro que ello conlleva) : sensualidad, simpatía, una cara muy bella y un cuerpo hecho para el pecado. Vamos, que no parecía real.
Me la presentaron y no pude articular palabra. Se sentó con su amiga y con otro amigo al fondo del bar y yo me quedé cerca de la barra para sufrir viendo el partido.

Durante el partido no hacía más que mirarla. Sonreía en todo momento. El gol de Puyol me devolvió a mi estado natural pero eso fue sólo hasta que terminó el partido.
Después tuve el inmenso placer de compartir bastante tiempo con ella y darme cuenta que era encantadora.
Se marcharon pero yo sólo pensaba en ella. Esa noche "investigué" un poco para conocerla mejor.

A los pocos días la llamé. Estuvimos hablando un rato y desde entonces he podido comprobar que es una persona muy especial. Desinteresada. Maravillosa.

Al mes siguiente volví a Madrid. Habíamos quedado para compartir algo más pero no acababa de llegar ese momento. Llegué demasiado pronto y estuve dando vueltas y más vueltas hasta que por fin apareció. Estuvimos desayunando y charlando un rato hasta que por fin dijo que si subíamos al piso.
Y allí pude comprobar que toda esa dulzura, toda esa sensualidad y sobre todo, ella, era real. Muy real.

No se me puede olvidar darle un millón de gracias a "ese indio" que me la presentó. Le estaré eternamente agradecido.

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